HISTORIA MUY PRELIMINAR DE LA TAUROMAQUIA

En los últimos tiempos se está viviendo una polémica sobre los “toros bravos”, siendo estos tan importantes en la tradición española.

            Polémicas por parte política o por parte animalista, pero las mayorías de las veces por ignorancia o sin estudios previos convincentes, que te demuestren el porqué de su admisión o negación a esta fiesta tan española, que se remonta más allá de la Edad del Bronce.

            Debemos diferenciar dos puntos de vista importantes, el zootécnico y la tradición en el pueblo español. Haremos una ligera exposición sin introducirnos en detalles.

            Bajo el punto zootécnico, nos encontramos ante un animal creado totalmente en España, único en el mundo, en el resto de países que se encuentra el toro bravo, ha sido importado de nuestro territorio y que se extinguiría si no existieran los espectáculos taurinos.

            Animal herbívoro, ungulado, por lo tanto preparado para correr, huyendo de sus depredadores y sin embargo ataca y se defiende de cualquier peligro, creciéndose en la envestida y según estudios realizados, insensible al dolor durante la tensión en la lucha.

            El origen de este animal nos remontamos al “Uro”, que vivía en las estepas europeas en estado salvaje, pastaba en manadas, era cazado y servía como fuente de alimento a los primeros pobladores.

            En la Edad del Bronce en la Península existen hallazgos donde utilizaban el toro en ceremonias y rituales.  Los romanos introdujeron estos animales en sus juegos circenses compitiendo con hombres armados con una espada. De esta forma en los circos romanos de Hispania comenzaron a presenciar estos espectáculos, siendo del agrado de la población y continuó durante el periodo visigodo.

            En los siguientes siglos, con la invasión árabe de España, tanto los cristianos como los musulmanes, lanceaban toros, como demostración de valor o para adquirir destreza cara a sus enfrentamientos bélicos, hay que pensar que en España estuvieron ocho siglos batallando, durante la Reconquista.

            Existen escritos de los siglos IX y X donde demuestran la realización de festejos taurinos, una de las primeras referencias escritas de un festejo taurino, data del año 1080, lo celebraron como festejo especial en la boda del infante asturiano Sancho de Estrada, boda efectuada en la ciudad de Ávila.

            Estos festejos se popularizaron durante el siglo XIII celebrándose festejos por todos los reinos cristianos, conmemorando acontecimientos importantes, como territorios conquistados, nacimientos de príncipes, bodas reales o coronaciones, para los cuales, seleccionaban machos con cierta bravura para correrlos por las calles y lancearlos los caballeros cortesanos en las plazas de las ciudades, asistidos a pie por sus servidores que con sus capas preparaban a los astados para ponerlos en juego.

            Como es natural, también cuenta esta época con sus detractores, como el rey Alfonso X el Sabio o la reina Isabel la Católica, pero para contentar al pueblo los realizaban, como es el caso de la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, que se realizaron festejos taurinos para su celebración.

            Otros de los detractores fueron varios Papas. El Papa Calixto II en el Concilio de Letrán en 1122, prohibió al Clero asistir a las corridas de toros. 

            A partir del siglo XV las referencias de festejos son muy frecuentes, se realizaban en cualquier tipo de fiestas, religiosas o civiles y no solo lanceaban a caballo, también comenzaban a torearlos a pie.

            Hay referencias que el Rey Carlos I de España y V de Alemania, nacido en la ciudad belga de Gante, hijo de Juana I “La loca” y del belga Felipe “El Hermoso”. A la muerte de su abuelo el Rey Fernando II “El Católico” en 1516, el príncipe Carlos quedó como futuro heredero de la corona de España y tuvo que dejar su residencia belga para venir a España y cuando ocupó el trono, presencio por primera vez las fiestas taurinas que celebraron en su honor, siendo de su agrado, hasta el punto que en 1527 con el nacimiento de su hijo Felipe II, mató un toro lanceándolo en la plaza de Valladolid.

            Con el descubrimiento de América, comienza el traslado de reses bravas a ese continente y en 1552 don Juan Gutiérrez Altamirano, primo hermano de Hernán Cortés, crea la primera ganadería en Méjico con el nombre de Atenco.

            En 1556 accedió al trono el Rey Felipe II y las fiestas de los toros ya disponían de un gran auge y           comienzan la serie de diferentes polémicas y las prohibiciones severas de los Papas (en aquella época el Vaticano disponía de mucho poder frente a los reyes cristianos europeos) y en 1567 el Papa Pio V publica una bula prohibiendo terminante y perpetuamente las corridas de toros y decreta pena de excomunión inmediata contra cualquier católico que las permita o participe en ellas.

            El Rey Felipe II, sabedor del gusto de los españoles, no acata de la bula papal y se opuso a las órdenes del Pontífice y comenzó a defender la tauromaquia enviándole un escrito al Papa con el siguiente texto “Esta es una antigua y general costumbre de estos nuestros reinos y no producirá efecto la bula por ser la fiesta de toros costumbre tan antigua que parece estar en la sangre de los españoles”  No consiguió que Pio V derogara la orden papal y siguió insistiendo con su sucesor el Papa Gregorio XIII y consiguió restablecer la fiesta casi en la totalidad, en 1575.

            De nuevo otro Papa, Sixto V volvió a imponer la prohibición y definitivamente levanto la prohibición el Papa  Clemente VIII en 1596.

            También con la llegada de los reyes borbones al trono de España, prohíben las corridas de toros, el primero fue Felipe V que las suprimió en 1704 y las restableció en 1725.

            En las prohibiciones, los que normalmente acataban en principio estas órdenes eran los caballeros cortesanos que lanceaban a caballo, pero como la tradición taurina estaba muy integrada en el pueblo llano, dio comienzo el toreo a pie, llamándoles en un principio “Toreadores” y actuaban en las diferentes ciudades que eran requeridos.

            En el año 1726 Francisco Romero fue el primer toreador que dio muerte a un astado de frente, con un lienzo blanco y una espada y fue uno de los iniciadores del toreo a pie.

            Fernando VI las prohíbe en 1754 y estuvieron suprimidas hasta el 1759, al igual hizo Carlos III en 1771 pero levanto la prohibición posteriormente por la impopularidad de la Ley.

            Durante el reinado de Carlos  IV, el pintor Francisco de Goya inmortalizó las corridas de toros con sus fantásticas pinturas y en 1805 este Rey de nuevo volvió a prohibir los toros.

            Durante la invasión francesa y con el fin de congratularse con los españoles el Rey José I Bonaparte, hermano de Napoleón, abogó por el restablecimiento de las corridas de toros y celebró algunos eventos, pero quien devolvió los toros a los españoles fue el catalán don Antonio Capmany, uno de los redactores de la constitución española de 1812, aprobada en Cádiz, quien abogó por suprimir el artículo de la prohibición.

            Como vemos, siempre hemos estado en manos de detractores en los más altos niveles, incluso en la dictadura de Primo de Rivera y en el inició de la II República, que en 1932 intentó suprimirlos, pero se reiteró en 1935.

            En el siglo XVIII, fue una explosión la práctica del toreo a pie y se crearon las dos primeras escuelas de tauromaquia, la Rondeña y la Sevillana.

            La auténtica figura de esta época fue Pedro Romero nacido en Ronda en 1754 e hijo de Francisco y componente del trio de maestros que coparon la tauromaquia en esa época, sus compañeros fueron los sevillanos Joaquín Rodríguez “Costillares” nacido en 1748 y José Delgado “Pepe-Hillo” nacido en 1754. Estos tres diestros fueron los auténticos pilares sobre los que se asienta el toreo actual y a partir de este momento comenzaron a surgir grandes toreros, con sus inventos y aportaciones a la tauromaquia, como las suertes de varas y banderillas, y las diferentes formas y pases del toreo, así como la suerte de matar.

            Con esta explosión taurina, da comienzo la realización de innumerables espectáculos, lidiando una gran cantidad de astados y por lo tanto a ser negocio la compra de reses bravas, por lo que se crearon las primeras ganaderías y los primeros encastes, como son las castas, Vistahermosa, Cabrera, Navarra, Vázqueña, Jijona, Gallardo o la Morucha Castellana, dando inicio a una selección supercontrolada en busca de la morfología y mayor bravura de los astados, llegando a la creación del actual toro de lidia, único en el mundo.         

            En los últimos tiempos, estos festejos están sufriendo varapalos y críticas por algunos políticos mal informados e ignorantes en tauromaquia, o por antitaurinos, que salvo excepciones, han visto una forma de vivir, viajando a las distintas ferias taurinas para manifestarse y provocar conflictos. Viajes y estancias subvencionadas por entidades que buscan sus intereses particulares.

            Los espectáculos taurinos están declarados como Patrimonio Cultural de España mediante la Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural y como tradición del pueblo español, debemos defenderlos de los energúmenos que nos llaman asesinos e incultos.     

            Repasando la Historia, comprobamos como ensalzan los toros los grandes escritores, poetas, pintores, todos de fama mundial y de todos los tiempos, además de actores, deportistas, políticos, etc., y no creo que se les considere personas incultas a escritores como José Ortega y Gasset, Nicolás Fernández de Moratín, Antonio Machado, Federico García Lorca, José María de Cossío, Vargas Llosa, Fernando Savater, Fernando Sánchez Dragó etc. o pintores como, Julio Romero de Torres, Joaquín Sorolla, Ignacio Pinazo, Gonzalo Bilbao, Ricardo Canals, Roberto Domingo, Pablo Picasso, Daniel Vázquez Diez, Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana, Antonio Saura etc.

                                                            Albacete, noviembre de 2022

                                                               Ángel González Puértolas

                                   Secretario del “Club Abonados Plaza de Toros de Albacete”         

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