Daniel Luque no pudo estar mejor con el primero de la tarde de número 102, nombre Peleador, de 564 kilos y de pelo castaño bragado., un animal serio y con calidad en la embestida Componiendo mucho para ligar muletazos profundos, pero siempre aliviándolo para que se fuera de la suerte. Lo cuidó mucho. Digamos que fue agradecido y al final con unas embestidas algo más reunidas que le dejaron a Luque explayarse con ese concepto suyo, el poderle a los toros. La espada se quedó muy suelta y algo tendida.
El segundo de nº 26, de nombre Cantinero, de 493 kilos y de pelo castaño. Para Emilio de Justo, de blanco y oro, vestido precioso. Como siempre en Emilio de Justo, que tiene una relación magnífica con esta tierra desde aquella soberbia tarde de 2019. Embistió como fue, con cierta potencia, pero con genio. Le exigió por el izquierdo y, ahí se acabó el animal, pese a que luego quiso empujar por el pitón derecho. Faena muy gritada de Emilio, que tocó más fuerte al toro con la voz que con la muleta. Costó terminar con él, que hasta para morir fue duro. Ovación.
El tercero de nº 54, de nombre Velador, de 487 kilos y de pelo castaño de la tarde salió con mucha energía al ruedo. No dudó Tomás Rufo, que se quedó quieto para torearlo por delantales a pies juntos. arrancó de largo y desde la segunda raya lo empotró contra las tablas. En el caballo empujando con los riñones, romaneando. Se entregó y se dejó ahí gran parte de su vigor. Cuando lo sacaron y se quedó en los medios. Ni rompió el toro, que acuso un inicio terrible ni rompió el torero, que sufrió varios sustos, llegando incluso a perder pie. Lo mató de un bajonazo.
El cuarto nº 47, de nombre Sabroso, de 475 kilos y de pelo negro la versión genial, pese a que el toro requería más poder y capacidad. Luque lo mostró en un quite por chicuelinas ceñido. El toro fue siempre a más. Ligó muchas tandas con facilidad, pero sin tensión. Conseguir esa sencillez es algo complicadísimo, pero cuando delante hay un toro que sí quiere embestir y que tiene transmisión hace que la gente tenga dudas. Muy buen toro y suerte de oreja, sin más. Rematada por esas luquesinas de la casa, con un espadazo tremendo al segundo intento. Oreja.
El quinto, de número 144, de nombre Ganga, de 478 kilos y de pelo negro un toro con un trapío tremendo, acodado de pitones, pero hacia arriba, encampanado hasta el final, Emilio de Justo estuvo sensacional. Un animal, muy encastado y que vendió cada embestida a precio de oro. No por su calidad sino por la dificultad. En la muleta fue de una intensidad colosal. Por abajo, ganando terreno hasta salirse más allá del tercio, y coronado con un pase de pecho monumental.
El torero supo dosificar las embestidas y las combinó con exquisita elegancia por ambos pitones. Remató la faena con unas manoletinas muy limpias y lo mató con un espadazo perfecto, pero que no entró hasta la empuñadura. Oreja
Con el sexto, nº 43, de nombre Zapatero, de 511 kilos y de pelo negro. Lo intentó Rufo, pero el toro no le dejó expresarse. Aunque por lo que intentó, casi mejor. Con la pierna retrasada y sin apostar. Lo despachó y silencio.
¡¡………ya lo decía mi tío José María, …, el torero sigue siendo mítico y, cuando llega la normalidad tras la euforia, los viejos entusiasmos reaparecen!!