Albacete 15 de septiembre de 2025

La corrida de La Quinta dio lo que se esperaba, bravura, emoción e incertidumbre en sus arrancadas. Había que torearlos, pararlos, mandarlos y templarlos.

El primero número 80, de nombre Tratante, de 524 kilos y de pelo cárdeno lo recibó el Cid con lances pasados, ya dedujo su comportamiento Se fue agriando en banderillas, midiendo siempre a los toreros y quedándose justo frenado en el embroque, sembrando dudas por el derecho. Consiguió taparse y aprovechar el izquierdo sacando algunos olés con un toro, casi cinqueño, que no tuvo nada, salvo esa emoción que da el peligro. Lo mató perfecto, aunque se resistió a morir.

José Fernando Molina se enfrentó a su primer toro de La Quinta en Albacete y rápido descubrió las particularidades de este encaste Santa Coloma, Es cierto que Molina ha tenido algún encuentro con los grises que proceden de Buendía. Ya lo hizo en Azpeitia con los de Ana Romero. A gran nivel, por cierto. Su primero, ‘Matablancas’, número 89, , de 469 kilos y de pelo cárdeno fue un toro importante. Más de público que de torero, seguramente, pero un toro con mayúsculas, al fin y al cabo. Lo mató de una estocada algo delantera, pero letal. Cortó una oreja muy trabajada.

El tercer toro entró con pinzas en la corrida, número 37, de nombre Maloscascos, de 502 kilos y de pelo cárdeno oscuro Un toro bonito. Y este fue un toro excelente. Embistió con dulzura en la muleta de Alejandro Peñaranda, que consiguió templarlo por momentos, pero se quedó en la frontera del triunfo. No terminó de cuajar al toro, pero se le puede aplicar la misma máxima que a Molina, no tienen todavía ese grado de experiencia. El torero de Iniesta conoce lo de La Quinta.

Para rematar la faena, Peñaranda tiró el estoque y se quedó con la muleta en la mano derecha. Falló con los aceros y perdió una oreja que, igualmente, habría sabido a poco.El cuarto número 66, de nombre Hurón, de 515 kilos y de pelo cárdeno oscuro, hizo de salida lo mismo que el primero. Como si lo hubieran despertado de la siesta. Nada más aparecer por el toril se frenó. Pronto se estiró, desperezado, y ganó en volumen y trapío. Tras pasar por el caballo dándole las correspondientes vueltas, El Cid, que pidió rápido la muleta se la echó a su mano buena y cuajó una obra que podría haber soñado cualquier alumno de la escuela, una clase magistral.

Fueron cinco tandas al natural para quedarse a vivir toda la vida. Entró en trance el torero, que escogió como modelo la fantasía. Fue una cosa increíble 20 muletazos. Pinchó una faena de rabo, pero vistió el espadazo a la segunda acompañando al toro en su muerte. Agachado junto a él, arropándolo. Con la pena de tener que despedirse de un animal que le permitió conseguir algo que la mayoría desconocemos. El toro era de gran ovación y, esta vez sí, Coy mantuvo el tipo. Dos vueltas dio el torero, que no perdonó el sorbo de ninguna bota.

Molina salió a por todas con el quinto. Número 34, de nombre Doradito, de 539 kilos y de pelo cárdeno oscuro, tremendamente astifino. Estuvo a la altura de las potentes embestidas del cárdeno y consiguió meter a la gente en la faena. La música se arrancó y la gente se echó encima de la banda. El torero les pidió que dejaran de tocar. Lo pinchó y el animal se orientó. Le costó matarlo y perdió otra puerta grande ganada a ley.

Con el sexto no hubo historia alguna. Un toro muy serio, el que más. ‘Abejaruco’, de nombre y de 576 kilos y de pelo negro bragado Un animal muy manso y complicado que echó por tierra las ilusiones de Peñaranda. Toro imposible, saliendo desorientado. Ojalá siga teniendo oportunidades, porque es otro torero con buenas maneras.

¡¡………ya lo decía mi tío José María, …,los catedráticos del toreo, siempre dan el do de pecho!!

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